La tecnología ha cambiado la
forma en que interactuamos con el mundo y entre nosotros. Nuestro alumnado
participa en rituales que son muy diferentes de nuestras propias experiencias.
Estar conectados y compartir información de sus vidas personales es parte de
sus relaciones y costumbres sociales. Se espera que estén conectados, se espera
que compartan y comparten más que en el pasado. Según un estudio del Pew
Research Center en 2013 el 91% de los adolescentes decía haber publicado una
foto suya en redes sociales, el 71% había publicado el nombre de su centro
escolar y el 71% había publicado la ciudad o población en la que vivían
(Madden, Lenhart, Cortesi, Gasser, et al.,2013).
Además, la mayor parte de los
planes de estudios no incluyen la enseñanza de ciudadanía digital o seguridad
en la red. Esto significa que nuestros alumnos no han aprendido a comunicarse o
comportarse correctamente en la red, lo cual ha llevado al ciberacoso. Tampoco
han aprendido a evaluar la ingente cantidad de información que reciben cada día
ni a crear una huella digital positiva.
Incorporar proyectos de narración
digital con nuestro alumnado les obligará a moverse por la red, buscar material
online para remezclar en sus historias digitales y compartir sus creaciones con
gente que nunca han visto en persona. Para ello, es necesario dotarles de las
habilidades correctas para desarrollar estas tareas de forma segura e
inteligente, evitando en la medida de lo posible situaciones que dañen en cualquier medida su seguridad.
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